jueves, junio 30, 2022

MUERTE LENTA


 

lunes, mayo 23, 2022

LA VACA QUE VUELA


 

miércoles, mayo 11, 2022

FLOWER POWER


 

viernes, septiembre 10, 2021

EL GLOBO


 

lunes, agosto 02, 2021

ATLETISMO SELVÁTICO


 

sábado, junio 12, 2021

MANICURA


 

sábado, abril 10, 2021

TELETRABAJO (2)


 

lunes, marzo 22, 2021

MUERTE LENTA

 Una versión nueva de un dibujo antiguo.


sábado, marzo 13, 2021

PROBLEMAS DE TRÁFICO

 Nunca discutas con un irlandés borracho.

El 29 de septiembre de 1956, el cerrajero de Nueva Jersey Thomas Fitzpatrick estaba departiendo con los parroquianos de un bar. La conversación derivó hacia los problemas del tráfico, y Tommy apostó que podría llegar de su domicilio al bar (situado en la parte norte de Manhattan) en quince minutos. Los demás aceptaron la apuesta, pensando que era una victoria segura.
Pero Tommy tenía un as en la manga. Tenía una licencia de piloto, y el aeropuerto de Teterboro estaba al lado de su casa. Así que, a las 3 de la mañana del día siguiente, borracho como una cuba, se apropió de una avioneta de la escuela de vuelo de Teterboro, y lo aterrizó al lado del bar.
El acto no tuvo consecuencias para Tommy, ya que el dueño del avión no lo denunció, pero cuando, de resultas de otra apuesta, repitió la hazaña dos años más tarde, entonces sí que tuvo que pasar medio año en la cárcel. Pero nadie se atrevió a discutirle nada jamás.
(Historia y foto sacados de la cuenta de Instagram amazing_history3).


jueves, marzo 11, 2021

EL SIDECAR


 

domingo, febrero 28, 2021

SUPERHEROÍSMO


 

domingo, enero 24, 2021

REFUERZOS PARA RAGNAROK


 

domingo, enero 10, 2021

CONCURSO HÍPICO


 

lunes, diciembre 14, 2020

FLOWER POWER


 

domingo, mayo 24, 2020

NIÑO GUIPUCHI

Una nueva versión de un dibujo antiguo, que no me convenció demasiado cómo quedó.

sábado, abril 18, 2020

TELETRABAJO


domingo, diciembre 22, 2019

MONTAÑA RUSA


miércoles, diciembre 04, 2019

INSPECCIÓN TÉCNICA


jueves, noviembre 07, 2019

ROMANTICISMO INDIO


miércoles, octubre 02, 2019

AUSENCIAS


domingo, septiembre 01, 2019

DESILUSIÓN


martes, agosto 20, 2019

LA MAGIA DEL CINE


domingo, julio 21, 2019

SOLEDAD


jueves, julio 04, 2019

MADRE ASTURIANA


jueves, junio 13, 2019

AMOR OBSOLETO


jueves, mayo 02, 2019

DESAMOR


domingo, febrero 03, 2019

EXCALIBUR


martes, enero 29, 2019

LOS PELIGROS DE INDEPENDIZARSE

(Viendo correos antiguos, me he encontrado con esto. Es una crónica de un suceso que me pasó, cuando estaba haciendo la mudanza al piso en donde vivo ahora. No sólo está basada en hechos reales, sino que es real como la vida misma).

Domingo por la tarde. La cadena Ser termina de retransmitir la etapa del Tour, me fuerzo a mí mismo a abrir un ojo. Aunque me encantaría prolongar la siesta hasta altas horas de la noche, mi deber ineludible es ir a mi futuro piso a montar los muebles del Ikea que he estado apilando allí los últimos días. Conque me fuerzo a mí mismo a levantarme del sofá, me lavo un poco, me tomo un café, cargo el coche de artefactos y, todavía algo soñoliento, me voy.

Llego y descargo el coche. Desembalo un electrodoméstico, lo coloco en la cocina, guardo las instrucciones en un cajón. La cocina tiene un balconcillo al que se accede a través de una puerta de cristal, la cruzo porque he visto unas basuras allí que quiero examinar. Miro orgulloso el que en breve será mi vecindario.



Y, en esto, la puerta de cristal emite un chirrido y se cierra.

En un primer momento no me alarmo. Giro el pomo, no recuerdo haber echado el pestillo.
Pero el pomo no gira ni un grado.

La cosa empieza a adquirir tintes dramáticos. Me llevo las manos a los bolsillos de los pantalones, y el móvil no está allí. Lo veo a través del cristal, me mira burlón desde la repisa de la cocina.
Intento girar el pomo varias veces, cada vez con más violencia, y nada. Constato el buen estado de la cerradura, cuando hasta hace bien poco pensaba que era una de las cosas que había que cambiar.

Intento serenarme, y le doy vueltas a las posibles opciones. Podría arrojarme a la calle -es un primer piso -pero el riesgo de romperme una pierna o algo peor es excesivo. También podría romper el cristal con una maceta, pero esa idea tampoco me acaba de convencer.

Con lo que me quedan dos posibilidades: esperar a que pase alguien por la calle con un móvil con el que pueda llamar a mi casa o colarme por la casa de mis vecinos -el balcón de mi cocina linda con el suyo.


Miro la calle, y parece el reino de Peter Pan. Sólo pasan niños berreantes, jugando a sus ridículos juegos y totalmente ajenos a mi desgracia. Pego varios gritos a mis futuros vecinos, a ver si me dejan pasar, e inician con muy mal pie la relación vecinal porque me dan la callada por respuesta.
Pasan así las horas.

Me desespero, empiezo a plantearme cómo se dormirá en el balconcillo o cuántos días pasarán hasta de que me muera de inanición y, de repente, aparece una chica con un bolsito. Sí, tiene móvil y sí, me hará el favor de llamar a mi casa. Cumple su palabra, y me cuenta que mis padres vienen corriendo. Le doy las gracias, y una sensación de alivio invade mi cuerpo.

A la chica le cuesta mucho contenerse la risa.

Poco después llega mi madre. Trae un juego de llaves, y no tiene ningún problema en entrar en el piso y rescatarme. Yo decido quedarme a montar muebles, ella se va, y antes de irme me lanza una mirada como diciéndome hijo, ¿no sería mejor que te quedaras unos lustros más en casa?

Mientras empiezo a atornillar una silla, me planteo que tal vez tenga razón.

miércoles, abril 25, 2018

LA VALQUIRIA


jueves, marzo 29, 2018

ECONOMÍA COLABORATIVA


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